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Educación virtual: una vivencia sin oportunidad a rebatir

Todo este drama comienza el 3 de febrero, fecha en donde el sol y la lluvia aún podía saborearse con libertad y carencia de miedo a terminar en un cajón de madera, lamentando a un familiar o conocido desde la distancia; la vida era feliz y llena de oportunidades para todos los estudiantes, especialmente para aquellos de último año, aquellos que soñaban con pasar el final de su etapa escolar a lo grande como en cualquier película o serie de los 80’s de adolescentes al puro estilo de “Volver al futuro”, “Clase de Beberly Hills” o incluso “Salvado por la campana” por mencionar algunos ejemplos.

Sin saber que terminaríamos en una distopía como “Mad Max” o un apocalipsis como los videojuegos de “Resident Evil” gracias a un virus mortal; en donde la única forma de combatirla era evitando el contacto de fluidos corporales, una condición que gracias a las personas que carecen de razón se disparó por su negligencia y desinterés por la mejoría de la humanidad. 

Justo después de que los memes y todo tipo de publicaciones que se mofaron de la COVID-19 perdieran lo divertido se hizo visible el gran impacto que estaba ocasionando en el mundo; el primer afectado fue el turismo y las entidades de entretenimiento y deporte; finalmente el 20 de marzo inició “el juego” que se daría a partir de nuestras casas, que para las personas introvertidas y poco sociables pudo ser un paraíso escuchar las palabras “#QuédateEnCasa” por un tiempo.

Sin embargo para nosotros los estudiantes al principio nos parecían muy graciosa y tranquilizante la idea de realizar clases desde nuestras camas, engordando de tanta comida ingerida y atrofiando nuestros cuerpos después de una maratón con las series del momento que se encontraba en la conocida N roja proyectada en los dispositivos de nuestro cuarto; sin embargo, el mártir que viviríamos después nos haría replantear lo bueno que era tomar un bus o caminar hacia el aula de clases a pasar el tiempo con nuestros camaradas, sin saber que en lo que restaba del año sólo los podríamos ver por medio de una placa de pixeles proyectados a través de una computadora o un celular. 

El inicio virtual que se realizó para la educación adquiere lastimosamente dos polos, los cuales se miden indiscutiblemente por una situación económica, emocional, de convivencia, de responsabilidad personal (tanto educativa como laboral) y curiosamente en la institución en la que te encuentras; pues no todas han tomado las medidas de enseñanza de la misma manera partiendo desde una jornada o la exigencia a estudiantes, docentes y demás directivos, y me quiero referir a la vida como que tan compleja es al igual que es entender la serie “Dark” o que tan sencilla pero contraproducente es como un día sin IVA a mitad de una pandemia.

Para nadie es un secreto que para algunos estudiantes las clases pueden ser un paseo por la pradera en las tierras prometidas o un aterrador recorrido por un hotel embrujado debajo de un cementerio de nativos americanos como Stephen King nos mostró en la novela de “El resplandor”, y aunque suene exagerado, estas medidas virtuales en algunas personas se volvió en una entrega de tareas bastante monótona y cuadrada; mientras que en otros se tornó en un sinfín de trabajos extensos y desmedidos que vuelven a la escuela un manicomio para depresivos de poca monta, o una Alcatraz para pubertos.

A pesar de ellos los estudiantes no sabíamos del estado real de nuestro círculo social en donde se ven involucrados nuestros familiares y profesores; quienes al igual que nosotros los estudiantes, se ven afectados por los mismos factores (en algunos casos hasta más).

Las medidas de bioseguridad son importantes para asegurar el futuro de la humanidad al igual que la decisión y punto de vista de todos los individuos afectados, aspecto que ha sido ignorado descaradamente por aquellos que toman las decisiones relevantes; cabe resaltar que nosotros los alumnos como personas con suficiente raciocinio y conocedores de la situación actual, tenemos el derecho de manifestar nuestro sentir, que ha decir verdad, en la mayoría de ocasiones es purgada por nuestra misma institución y curiosamente nuestra propia familia… Tristemente, solo nos queda esperar aquel destino del que nuestros ojos no estarán presentes hasta el momento oportuno.

Artículo por: Diego Neira
Once B – High School

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